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A los cuarenta y cinco años…
Por
Francisco H. Tabernilla
Al terminar la Guerra de la Independencia, la
ocupación norteamericana decidió disolver al Ejército Libertador en el verano
de 1899, surgiendo la Guardia Rural bajo el mando de oficiales norteamericanos,
para proteger vidas, propiedades y el mantenimiento del orden entre los cubanos
a la largo de toda la isla. En abril de 1908 el gobierno provisional aprobó la
organización del Ejército Permanente. En 1911 el gobierno unió al Ejército
Permanente y la Guardia Rural, comenzando el desarrollo y crecimiento de las
fuerzas armadas. El 4 de septiembre de 1933 se produce la “Revolución de los Sargentos” que dirige
Fulgencio Batista; el cuerpo de oficiales se desmorona y la Pentarquía nombra
al Sgto. Batista coronel jefe del Ejército, consolidándose la hegemonía del
ejército. (1934-1940).
Con Batista de nuevo en el poder producto del
golpe de Estado del 10 de marzo de 1952, desembarca Fidel Castro con 82 hombres armados por Belic, Playas
de las Coloradas, en la provincia de Oriente. El domingo pasado, 2 de
diciembre, hicieron 45 años. A las pocas horas el Presidente ordenaba al Estado
Mayor del Ejército enviar un batallón de infantería para combatir a los
alzados. El comandante Juan González, jefe del batallón llegó a las 8:00 p.m. a
la ciudad de Manzanillo arribando al pueblo de Niquero
a las 9:00 p.m. y como Fidel Castro le llevaba una ventaja de 24 horas le
ordenó al capitán Juan Moreno Bravo
dirigirse en camiones con su compañía a un lugar conocido por Sevilla
Arriba, hasta llegar a Agua Fina. Después de haber caminado más de 20 horas y
gracias a un campesino carbonero conocedor de la zona (fusilado el 9 de enero
de 1959 en la Fortaleza de La Cabaña por el Che Guevara y su mamá asesinada en
el pueblo de Niquero), los alzados son sorprendidos
el 5 de diciembre en Alegría de Pío, donde se producen bajas por ambas partes y
debido a las explosiones de varias granadas tiradas por los alzados se declara
un incendio en el cañaveral donde se estaba combatiendo haciéndose cada vez más intenso. Tanto las tropas del batallón como
los alzados tienen que abandonar el lugar. A la compañía del capitán Moreno
Bravo se le une el batallón completo y se ordena hacer un doble envolvimiento
por ambos flancos del cañaveral. A los primeros disparos los alzados gritan que
desean rendirse, pero se oye una voz que grita: “Aquí nadie se rinde”. Más
tarde se supo por los alzados prisioneros que fue Camilo Cienfuegos quien tomó
el mando de los alzados, pues Fidel Castro había desaparecido y el Che Guevara
estaba herido en el cuello, según él mismo relata en el libro que publicó.
El 6 de diciembre de 1956 llega a la Zona de
Operaciones el general Luis Robaina Piedra, enviado
por el Presidente Batista. Delante de varios oficiales y alistados le ordena al
comandante González que retire el batallón al pueblo de Niquero,
porque el Presidente ha ordenado que una avioneta tire volantes impresos a los
alzados conminándolos a rendirse. El comandante González, en atención y con
todo respeto le dice el general Robaina que esa orden
va contra todos los principios tácticos que dicen: “al ENEMIGO hay que
perseguirlo hasta su total destrucción para evitar que se reorganice”. El
general Robaina le dice al comandante González que
esa “era una orden del Presidente de la República y había que cumplirla”.
No obstante, de regreso al pueblo de Niquero envía un mensaje en clave al Estado Mayor General
del Ejército pidiendo una prórroga de varios días antes de regresar a La Habana
porque sabe el lugar donde se encuentran los alzados. Recibiendo la respuesta
del Estado Mayor diciéndole que lo que queda es una labor de limpieza de la
Guardia Rural a cargo de los escuadrones de Manzanillo y Bayamo,
y que se preparen para regresar a La Habana. Así terminó, sin éxito, la primera
fase de esta tragedia que permitió desarrollar inconscientemente por falta de conocimiento,
acción y decisión el Presidente Batista.
Ahora, Fidel Castro, después de conmemorar el
nacimiento del ejército que por lo visto fundó con unos 15 o 20 hombres que le
quedaron después del desembarco, vendió la Patria a la disuelta Unión Soviética
marxista-leninista que le suministró los equipos bélicos necesarios para la
organización de unas fuerzas armadas de más de cuatrocientos mil hombres para
subvertir a la América Latina y hasta enviar más de 40 mil hombres a combatir al
Africa, donde los soldados cubanos no sabían ni por
qué peleaban, ofreciendo sus vidas unos diez mil, con todos sus planes y
proyectos fracasados, después de poner al mundo al borde de una holocausto
nuclear, arruinar a un país próspero y feliz, convoca al pueblo a una
concentración para demostrarle en un desfile militar el deterioro de las
fuerzas armadas y seguir amenazando al tiempo que pide paz presintiendo que el
fantasma del terrorismo pronto le pasará la cuenta. En su discurso se le olvidó
darle las gracias a Batista por salvarle la vida, en esta ocasión, por segunda
vez.
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