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23 SILLONES Y 23 GUAYABERAS
Por
Francisco H. Tabernilla
Todos
parecían de lo más entusiasmados, estaba a punto de comenzar la XII Cumbre
Iberoamericana el 15 de noviembre de 2002 como estaba programada. Había un
absoluto hermetismo sobre la hora de llegada del tirano de Cuba, Fidel Castro,
a la República Dominicana. En el Aeropuerto Internacional de Punta Cana, lugar
oficial de recepción a las delegaciones participantes, más de 400 agentes de la
policía política del régimen comunista de Cuba habían ocupado los puestos
previamente aprobados por el dictador para darle máxima protección a su
persona. Las huestes castristas campeaban por sus respetos dando órdenes a las
autoridades dominicanas. En la carretera del Aeropuerto Internacional de Punta
Cana a Bavaro se veían decenas de pancartas con el
lema de “Cuba Sí, bloqueo No” colocadas por partidarios de Fidel Castro dándole
la bienvenida.
Los
cancilleres iberoamericanos se reunieron el día antes para darle los toques
finales a la Declaración de Bavaro, que deberían suscribir los jefes de Estado y de
Gobierno. Unos 600 miembros de las Fuerzas Armadas fueron destinados para
proteger el Centro de Convenciones donde sesionaba la XII Cumbre
Iberoamericana. Los mandatarios dejaron a un lado el protocolar vestuario de
saco y corbata para vestir guayaberas especialmente confeccionadas por el
diseñador Oscar de la Renta; obsequio especial del presidente Hipólito Mejías,
quien además regaló a cada mandatario un confortable sillón de madera.
Entonces
sucedió lo inesperado, al día siguiente de haberse inaugurado la XII Cumbre
Iberoamericana, el tirano sin explicación oficial alguna canceló su
participación en la misma. Nadie sabe los motivos que tuvo Fidel Castro para la
cancelación de su viaje. Lo más probable es que trató de evitar dar
contestación a preguntas que lo puedan desnudar ante la opinión pública
internacional como un individuo que no cumple los acuerdos que firma: Desde la
Cumbre Iberoamericana de 1996 en Viña del Mar, Chile, Fidel Castro o su
representación vienen firmando todos los años declaraciones finales en que los
participantes ratifican su “compromiso a
la democracia, el estado de derecho y el pluralismo político”.
La
declaración de Viña del Mar no dejaba lugar a ambigüedades. Decía que los
presidentes comparten la convicción de que “la libertad de expresión,
asociación y reunión, el total acceso a la información y las elecciones libres,
periódicas y transparentes, son elementos esenciales de la democracia”. En ese
momento, escribe el notable periodista Andrés Oppenheimer,
todo el mundo se emocionó cuando Castro firmó aquel documento. Pero ocho años
después, el dictador cubano todavía prohíbe cualquier partido de oposición o
media de prensa independiente en Cuba.
¿Qué
palabras tendría cuando le preguntaran sobre las 11,200 firmas que presentó la
oposición pacífica usando las mismas leyes socialistas de la Isla pidiendo un
referéndum sobre si deberían permitirse las libertades políticas? Fidel Castro
ni siquiera permitió la publicación del Proyecto Varela en los medios cubanos todos
controlados por el régimen.
Mientras
los países asistentes a estas “Cumbres” que ya son doce, no se les exija o haya
un pase de lista para comprobar y verificar de alguna forma el cumplimiento de
los acuerdos tomados, en la próxima reunión en lugar de sillones y guayaberas
deben de obsequiarle a cada mandatario una pijama y una cama, porque lo cierto
es que estas Convenciones cada año, si las analizamos bien, son más extravagantes,
ridículas y absurdas y llegará el día en que nadie las tomará en serio.
Esta
vez faltaron a la cita Perú, Panamá y Cuba. Como colofón a esta Cumbre, todavía
hoy lunes 18 de noviembre de 2002, el Gobierno dominicano no ha aclarado la
agresión de que fue objeto el patriota y valiente periodista cubano Antonio Calatayú al preguntar al representante del Gobierno
comunista cubano cuándo iban a celebrarse elecciones en Cuba recibiendo un fuerte manotazo que lo arrojó
al suelo y al levantarse, después de haber sido pateado en la espalda, gritó en
el pleno de la Convención ¡Viva Cuba
Libre!
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