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Avanza
el comunismo
Por
Francisco H. Tabernilla
Para nadie ha sido
sorpresa que el ciudadano designado por Fidel Castro para continuar su lucha
contra el “imperialismo yanqui”, el Presidente de Venezuela Hugo Chávez Frías,
asegurara ayer domingo 3 de diciembre, 2006, su reelección para un nuevo
período de seis años al obtener una votación superior a la que lo eligió hace
ocho años en diciembre de 1998. El primer boletín emitido por el Consejo
Nacional Electoral (CNE), con el 78.3% de las actas, Chávez obtuvo 5.93
millones de votos, cerca del 61% del total de votos contabilizados y 23 puntos
porcentuales por encima de su más cercano contendedor, el dudoso opositor
Manuel Rosales, quien aparecía ganando a las 4:00 de la tarde, aceptó su
derrota mansamente, sin ninguna protesta, cuando aún no había terminado el
escrutinio de todos los votos. ya que en el primer
boletín obtuvo 3.7 millones de boletas, alrededor de un 38% de los votos. Las
últimas noticias auguran que hubo fraude y a Chávez le costará mucho trabajo poder
gobernar con la mayoría del pueblo en su contra.
Indiscutiblemente que el comunismo disfrazado de “una
profunda revolución socialista” se ha consolidado en Venezuela, lo que
constituye una amenaza para la paz del hemisferio. Los venezolanos no se
merecen haber caído en el mismo sistema político que ha destruido a Cuba.
Lamentamos que el pueblo venezolano haya escogido el mismo camino que ha
esclavizado al pueblo cubano.
“Desgraciadamente la penetración comunista en América nunca
fue preocupación del gobierno de los Estados Unidos. Nunca lo fue tampoco para
Cuba ni para ninguna de las demás repúblicas en nuestro hemisferio”, nos dice
en Diario Las Américas, el honesto y experimentado
periodista José Ignacio Rivero el 2 de diciembre, 2006.
A pesar de la indiferencia respecto a la quinta columna
moscovita en América, en 1954 se dio una clarinada de alerta contra esa malvada
penetración. Recibíamos en nuestro
despacho del Diario de la Marina en La Habana una breve información
cablegráfica de United Press
que decía así: “Numerosos senadores norteamericanos alarmados por la
penetración comunista en América Latina conferenciaron con los funcionarios del Departamento de Estado a
fin de encontrar la manera de impedir la entronización de los rojos en la puerta
trasera de los Estados Unidos”. Se
recogía en aquel despacho –nos dice Rivero- la sugerencia de preparar un
proyecto de resolución para presentarlo a la Décima Conferencia Interamericana
que en Caracas había de celebrarse por aquellos días. También se hacían claras
alusiones a países americanos donde se venían observando marcadas influencias
rojas en las esferas gubernamentales, registradas cuidadosamente en la
Cancillería y en el propio Congreso norteamericano. Y entre las naciones que se
citaban estaba Cuba.
El peligro comunista en Cuba nunca fue suprimido
radicalmente. El marxismo avanzaba en todas la esferas
laborales, sociales e intelectuales mientras nuestra isla vivía
tranquila y confiada de que a los rusos no les era posible poner sus pies en
nuestra tierra a sólo 90 millas de los Estados Unidos. Cuba se creía inmune de
la peste roja sin una política eficaz de prevención, represión y de asepsia
mental. Más aún ningún gobierno cuidó todo lo debido para evitar que nuestro
territorio sirviera siquiera de puente a esa fatídica penetración enfilada
hacia otras repúblicas americanas y que en definitiva se apoderó de la nuestra.
¿Qué fuerza escuchará con confianza, seguridad y esperanza
nuestra Cuba liberada del comunismo después de tanto pecado? ¿Pasará lo mismo
que en Cuba este domingo en Venezuela? Se pregunta José Ignacio Rivero.
Desafortunadamente ya pasó. Perdió Venezuela. Se equivocó
el pueblo que, al parecer, votó por Chávez. La total destrucción de Cuba no ha
llegado al conocimiento de esos miles de venezolanos que pronto comenzarán a sentir las miserias y el desdén de un régimen que engaña, esclaviza y no
tiene compasión, no sólo con sus propios simpatizantes sino que el resto de los
ciudadanos que no votaron por Chávez y esperan con decoro y esperanzas que la
patria de Martí y la patria de Simón Bolívar algún día sean libres y
democráticas no rojas ni comunistas como lo son en la actualidad.
¿Despertará América? ¿Cumplirá cada país con su deber para
evitar una catástrofe hemisférica? Debemos continuar nuestra lucha por la
democracia y la libertad y llevar a todos los pueblos sometidos por el
“socialismo” nuestro mensaje de verdad, paz y
trabajo, rectificar y responsabilizarnos por preservar los intereses
sagrados de cada nación sobre todo en Cuba, Venezuela, la triple frontera
(Argentina, Brasil y Paraguay), Bolivia y Ecuador. Ahora bien, ellos mismos,
esos países en las redes del “socialismo” perverso y traidor, deben comenzar a
implantar los procedimientos necesarios para retornar a la colaboración y la
unidad hemisférica y evitar llegar a un “califato real”.
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12/04/06