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La subversión internacional de Fidel Castro (II de II)

Por

Francisco H. Tabernilla

 

 

(Continuación) Esta impronta de violencia no fue igualada por Estado o estadista de su época, fuese Muamar Khadafi, el ayatolá Jomeini, Saddam Hussein, Yasser Arafat o Hafez el Assad; ninguno acumuló la experiencia, la ramificación operacional, la infraestructura y las alianzas del castrismo para desatar la revolución en cualquier parte del mundo, ninguno perfeccionó como él la organización de focos guerrilleros, la piratería aérea, golpes de Estado, envió de mercenarios a escenarios bélicos de América Latina y África, según estudio de Juan F. Benemelis , El Nuevo Herald , 12-26-08.

Entre las organizaciones terroristas que se beneficiaron figuraron los separatistas vascos de España, y los nacionalistas de Irlanda del Norte, los tribeños Moro de Filipinas, el ANC de Nelson Mandela, la mafia marsellesa, las FARC de “Tiro Fijo”, la células comunistas de Bélgica, las Brigadas Rojas de Giangacomo Feltrinelli, los Macheteros de Puerto Rico, la Hizb-Allah, las Panteras Negras de Rap Brown, las transmisiones de Radio  Free Dixie, dirigido por el afroamericano Robert Williams y santuario a, por lo menos, 84 fugitivos de la justicia norteamericana.

Es interminable el número de Estados latinoamericanos y africanos que fueron objetivos de Castro. Estados Unidos, Canadá, España, Inglaterra, Francia, Chipre, Turquía, Omán, tampoco escaparon al frenético trajín de su espionaje. Los actos de sabotaje en Beirut y en Kuwait, el terrorismo en aeropuertos europeos y en aviones en plano vuelo de la El-Al, los atentados del Septiembre Negro palestino contaron con la asesoría de inteligencia de la DGI. Incluso, renombrados terroristas, como Abu Iyad, Abu Abbas, Carlos el Chacal, Mohamed Budiá, recibieron ayuda de Cuba.

Castro se involucró con casi todas las agrupaciones políticas africanas llamadas de liberación, armando a los radicales dedicados al derrocamiento de gobiernos autoritarios o elegidos inmiscuyéndose en las luchas anticoloniales, entrometiéndose en guerra civiles en Sudán, Yemen del Sur, Congo Brazzaville, propulsando guerrillas rurales y urbanas latinoamericanas desde 1960.

Uno de los primeros escenarios fue el apoyo a los guerrilleros argelinos por su in dependencia, y el envío en 1963 de combatientes en el conflicto argelomarroquí. Asimismo en 1964 estableció allí una base con 250 asesores, para entrenar latinoamericanos y africanos. En 1966, Castro organizó la Conferencia Tricontinental de movimientos armados y partidos de izquierda, para coordinar desde La Habana un frente común contra Estados Unidos. Allí se forjó la alianza con la OLP de Yasser Arafat y se asumió el antisemitismo que culminó con el envío de una brigada de artilleros a las Alturas de Golán, en 1973, durante la guerra del Yom Kippur.

Asimismo, en el Medio Oriente, su impronta en el Mar Rojo (Somalia, Eutopía y Yemen del Sur) complicó la carrera bipolar por el Océano Indico. Su aviación, además, descargó golpes letales en las fronteras con Omán y en Yemen del Norte.

Con los petrodólares de Muamar el Kadafi, Castro armó a Nicaragua y desestabilizó El Salvador, a cambio de buscarle armas de destrucción masiva al gobernante libio. Su relación con Saddam Hussein proviene de los primeros momentos del iraquí al poder, cuado le brindó asesoramiento de inteligencia y brigadas cubanas construyendo las carreteras militares hacia la frontera con Irán, así como muchos de sus Bunkers. En 1976 el Sha de Irán expulsó a la embajada cubana por conspirar con los comunistas iraníes prosoviéticos, (el IPP) para derrocar la monarquía. Luego Castro se acercó al ayatolá Jomeine, cooperando en el campo de la biotecnología, y en ocasión de su visita en mayo 2001, aseguró que entre ambos pondrían a Estados Unidos de rodillas.

En el ámbito del continente americano el castrismo resultó traumático al poner en discusión la vieja prerrogativa intervencionista de la doctrina Monroe americana; aniquilando el reformismo de las “suizas” del continente (Uruguay, Chile y Costa Rica); polarizando las fuerzas sociales entre los revolucionarios armados y las juntas militares. Castro financió, alentó y entrenó a los grupos terroristas sudamericanos Tupamaros, Montoneros y el Ejército Revolucionario del Pueblo. Asimismo, personal militar cubano asesoró al movimiento terrorista peruano de Sendero Luminoso y a las FARC de Colombia, a las cuales conectó con el fundamentalismo islámico. También apuntaló al régimen marxista de Maurice Bishop en Granada y en 1987 entrenó e introdujo en Guatemala 2,000 guerrilleros.

Con el ascenso de gobiernos izquierdistas en Latinoamérica a fines de 1990, las políticas y metas de La Habana en el Medio Oriente cobraron nuevo impulso al ser adoptadas por Hugo Chávez en Venezuela y por Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil. El tema dominante cubano en el Medio Oriente fue la formación de alianzas antinorteamericanas que abarcasen todo el globo y la proyección de Chávez como figura internacional, sobre todo el mundo islámico.

La magnitud y el dinamismo subversivo del castrismo, al convertir a la Gran Antilla en la nación más influyente de Latinoamérica, resultó en extremo suicida para su economía y su pueblo que han pagado un precio exorbitante: la casi extinción de la nación.

Cuba ha sido reducida a escombros por la ambición desmedida de un ambicioso con mando que, enfermo como está, le es imposible calibrar el daño que le ha hecho a la tierra “más hermosa que ojos humanos han visto.”

1/11/09

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