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Sanciones contra Irán se demoran
Por
Francisco
H. Tabernilla
Existen una
serie de noticias importantes que debemos de seguir porque a la larga pueden
producir acontecimientos en contra o a favor de la democracia: cubanos ocupan
altos cargos en Venezuela; Evo Morales enjuiciará a autoridades electorales;
Hugo Chávez dice que Santos quiere matarlo; la corrupción en Cuba alcanza a
todos los niveles; el régimen cubano reconoce la caída de la producción
agrícola y ganadera; el gobierno de Venezuela ordena la expropiación de
empresas de alimentos; muerte de viajera a Cuba pone a prueba el seguro médico;
sin embargo, el abandono inconcebible y el silencio general a la tragedia de
Haití es imperdonable; la diplomacia de Brasil con Irán preocupa a EEUU. Este
fin de semana –mayo 16 y 17, 2010- el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da
Silva, los pasó en Teherán para intentar lo que muchos diplomáticos
occidentales ven como un esfuerzo de último minuto para convencer a Irán de que
modere sus ambiciones nucleares, funcionarios de Washington han expresado
inquietud con respecto a que dicho esfuerzo pudiera tener serias repercusiones,
contribuyendo a que la república islámica obstruya --o cuando menos, demore-- a
Estados Unidos y sus aliados en la imposición de sanciones.
Los periodistas Alexei Barrionuevo y
Ginger Thompson / The New York Times, han hecho un extensivo análisis de la
visita del Presidente de Brasil, Lula da Silva a Teherán, ya que como dijo
Matías Spektor, académico brasileño en el Consejo de Relaciones
Internacionales, la no proliferación nuclear era un tema particularmente
delicado porque, en vista de la oposición americana en los años 70, Brasil había
establecido un esfuerzo secreto que desarrolló la capacidad para enriquecer de
uranio a Irán.
Da
Silva se supone habló este domingo 16 sobre ese tema con su contraparte iraní,
el presidente Mahmoud Ahmadineyad, pero el viaje se dio en un delicado momento
diplomático. Tras meses de negociaciones, funcionarios norteamericanos dijeron
que EEUU estaba cerca de asegurar el respaldo del Consejo de Seguridad de
Naciones Unidas para una resolución que impusiera sanciones contra Irán.
A la secretaria de Estado
norteamericana, Hillary Clinton, le advirtieron que Ahmadineyad pudiera
utilizar sus conversaciones con Lula da Silva para ganar tiempo a fin de
acercar más a Irán al desarrollo de un arma nuclear. “No vamos a recibir una
sola respuesta seria de los iraníes sino hasta después que actúe el Consejo de
Seguridad”, señaló Hillary Clinton.
Brasil se opone a sanciones porque
considera que son infectivas y tienen probabilidades de intensificar el
conflicto. Como país en desarrollo que ha defendido sus propias aspiraciones
nucleares en contra de la presión internacional, Brasil se identifica
considerablemente con Irán. Empero, este esfuerzo difícilmente sea
desinteresado, destacan analistas, argumentando que da Silva ve las
conversaciones con Irán como una forma de posicionarse en contra del dominio
norteamericano y lograr el progreso de Brasil como un participante de
importancia sobre el escenario internacional.
En ese nuevo papel –que se fundamenta
mayormente en la posición de Brasil como la mayor economía de Sudamérica—la
enorme popularidad de da Silva ha desafiado a Estados Unidos en todo, desde
comercio y cambio climático hasta el golpe de estado en Honduras del año
pasado, así como el añejo embargo de Washington contra Cuba. No obstante lo anterior, la discusión a causa
de Irán ha generado una dosis inusual de fricción, al tiempo que funcionarios
brasileños temían que si no lograban hacer progreso en las pláticas de este fin
de semana, da Silva podría terminar pareciendo un amateur y echar por tierra la
búsqueda de un país en pos de escaño permanente en el Consejo de Seguridad. Los
detractores de Brasil también han puesto en duda las razones por las cuales da
Silva ha escogido de buena gana a Irán en los últimos meses, a riesgo de
ganarse la enemistad de Estados Unidos.
“¡Por qué Ubama no se comunica con
Ahmadineyad?”, preguntó da Silva –o Sarkozy, o Angela Merkel, o Gordon Brown--,
dijo, refiriéndose a los líderes de Francia, Alemania y, hasta hace poco, Gran
Bretaña, tres de los países que apoyan con firmeza la aplicación de sanciones
contra Irán. “La gente no está hablando”, agregó el presidente brasileño. “Yo
voy allá para hablar.”
En la sede de Naciones Unidas, algunos
diplomáticos dijeron que el viaje de da Silva había proyectado una sombra sobre
las conversaciones desde que empezaron a comienzos de abril, debido a que le
daban tanto a China como a Rusia, que han demostrado escaso entusiasmo real por
las sanciones, razón para seguir haciendo énfasis en la vía diplomática.
El texto de la resolución podría
llegar a los 15 integrantes del Consejo de Seguridad en las próximas semanas,
debido a que Brasil ocupa uno de los escaños rotativos del Consejo, su apoyo
por las sanciones es crucial para el tipo de votación unánime que quieren las
potencias occidentales.
Veremos en los días por venir si Lula
da Silva fracasó en su ansiado viaje a Teherán o si hizo cambiar de opinión al
presidente MAHMOUD AHMADINEYAD.
05/17/2010
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