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Cerrando el círculo
Por
Francisco H. Tabernilla
El gobierno comunista de Cuba permitió operaciones
a los pequeños “empresarios” privados al caer la economía en picada, a comienzos
del la década pasada, cuando se derrumbó la Unión Soviética declarando el
llamado “período especial” que abarco el racionamiento de comidas similar a los
de tiempo de guerra, cortes eléctricos, e infinidad de medidas tendientes a
evitar un colapso definitivo en la nación. Comenzó a tratar de ganarse a los
inversionistas extranjeros, otorgándoles muchas facilidades y ventajas,
inclusive permitió a los cubanos tener dólares, lo que era motivo de prisión
anteriormente. Con un auge en el turismo los cubanos se lanzaron a hacer
negocios en pequeña escala, desde luego.
Estas
reformas fueron producto de la necesidad que el gobierno tenía para presentar
ante el mundo una imagen de apertura para estimular la inversión extranjera. En
1997 operaban en toda la isla cerca de 210,000 “empresarios”, pero el gobierno
ha vuelto a la andadas y cada día cierra más el círculo a los que operan
negocios privados. En 1995, nos dice en El Nuevo Herald el periodista Tony
Smith, en un reportaje de la Associated Press, “José” abrió un paladar con las
12 sillas máximas permitidas, logrando tener ganancias hasta de $1,250.
mensuales. Cuando inició su negocio pagaba $150. mensuales en impuestos, pero
ya para este año 2001 tenía que pagar al Estado cerca de $850. mensuales y tuvo
que cerrar. “Yo era optimista –confió al periodista- pero ahora no, hoy es
prácticamente imposible trabajar por cuenta propia”, dijo “José”. Cada visita
del departamento de higiene, trabajo, infraestructura e inspectores del fisco
le costaban a “José” cien dólares en sobornos. ¿La alternativa? , dijo : multas
hasta de $1,500. Algunos de estos “empresarios” pueden obtener en un día lo que
los empleados estatales reciben en un mes. Un profesor, por ejemplo, lleva a su
casa un salario mensual de $8., mientras
que un médico gana $15.
Mientras,
muchos cubanos siguen haciendo negocios de forma ilegal para “resolver”
situaciones urgentes de supervivencia y de familia. Hay cientos de casos como
el de “José” que tratan de mejorar y abrirse paso en la vida, pero el sistema
no se los permite, porque choca contra las máximas comunistas. Lo mismo ha
sucedido contra los taxis privados, por algún motivo desconocido a alguien se
le ocurrió extenderle licencias de choferes de alquiler a los propietarios de
carros que lo solicitaran. Esta medida duró poco tiempo, pero fue suficiente
para que muchas personas pusieran sus viejos carros al servicio del transporte público y
comenzaran las trabas, altos impuestos, inspectores y el acoso de la policía.
Cualquier viaje en los taxis privados cuesta $10., pero la gente los monta con
gusto con tal de librarse de los infernales camellos y sentir la sensación de
libertad que experimenta la persona cuando se traslada de un lugar a otro sobre
vehículos privados. Como van recogiendo pasajeros en el camino, basta que alguno de ellos, o el mismo chofer,
pronuncien alguna expresión referente al desespero y la incertidumbre en que
viven los cubanos para que fluyan libre y espontáneamente todo tipo de
opiniones contra el sistema comunista. En ocasiones los debates se prolongan de
tal modo que cuando llegan a su destino siguen la conversación con el tema a discusión parados en la acera.
Lo
que es difícil de entender es por qué el gobierno trata de extinguir lo que una
vez autorizó para engañar al mundo una vez más, y por qué no deja a ningún
cubano que se levante por su propio esfuerzo e iniciativa como sucede en
cualquier país libre, que se independice económicamente y deje su condición de
esclavo en un gobierno que lo explota,
dirige y coacciona sus más mínimos movimientos.
El
régimen no quiere perder su estructura de dominio y control absoluto sobre la
población indefensa ya que su propósito es, mientras viva el tirano Fidel
Castro, ejercer el poder bajo el terror, aunque ya la mayoría de las personas
expresan su desacuerdo con el gobierno bien en silencio o en voz baja.
No
obstante, el policía Evelio Marchán fue golpeado por más de veinte vecinos del
reparto Martí, en la ciudad de Santiago de Cuba, cuando trataba de multar a un
joven de la barriada. El agente detuvo al adolescente Johany Alfonso, de 13
años y, mientras le
imponía una
multa de tránsito, varios vecinos increparon a Marchan, llamándole “abusador”.
“No se pudo aguantar la gente”, dijo María Arboláez, una vecina. El policía
sacó una pistola. Marchán fue golpeado por los vecinos hasta que unidades de la
policía acudieron al rescate del agente.
La
lechería “Jicotea”, ubicada en la localidad periférica de La Zambrana, en
Camaguey, fue asaltada por mujeres que reclamaban leche de vaca para alimentar
a sus hijos. “No se repartía leche desde hace una semana”, dijo María Morán,
miembro del CDR. El administrador del centro, Rogelio Mesa, argumentó que la
leche era para los centros turísticos y no para la población. Seis mujeres
fueron arrestadas por desorden público, reportó Esteban Bencomo de Carta de
Cuba.
Estos
hechos esporádicos denotan el malestar en el pueblo cada vez más visible, por
eso, el gobierno va “cerrando el círculo”, hasta el día en que el pueblo diga:
¡BASTA YA!
ooo000ooo
7/09/01